jueves, agosto 06, 2009

Peña x 2 (parte 2)

La segunda entrevista con Fernando Peña nació malparida. Me llamó una amiga un jueves a la tarde y me contó que le habían ofrecido entrevistar a Peña el día siguiente, pero ella no tenía tiempo ni ganas, así que me preguntó si la quería hacer yo. Me pareció interesante, así que acepté. La nota iba a ser sobre su reciente libro ('Gracias por viajar conmigo'), que también tenía una obra de teatro

Por problemas de agenda, la nota pasó para el domingo a las 17 en el teatro donde estaba actuando. El horario me resultó un dolor de huevos, pero allá fui. Llegué puntual y rápidamente me dijeron que él estaba demorado, que iba a llegar en media hora. Para paliar el mal humor, me fui a tomar un helado en un lugar de la avenida Independencia que se llamaba Sumo y tenía el mismo logo que la banda. Volví al teatro, ni noticias de Peña, que llegó a eso de las 18 y muy apurado porque en 40 minutos tenía que hacer dos notas. La función empezaba a las 19

Cuando entré al camarín me pidió disculpas por la demora, pero no se las creí porque no sonaron sinceras. Se cambió delante mío y aantes de empezar, le dije que yo era el periodista al que le había comprado un grabador unos años antes. 'Ah, sí, me acuerdo', dijo, mientras se maquillaba y se miraba al espejo. 'Bueno, empecemos', dijo él, mientras puteaba a sus asistentes por distintas cosas. Arrancamos hablando del libro, de la obra de teatro y de alguna pavada más por el estilo. A los cinco minutos, no recuerdo bien qué fue lo que me dijo en un tono agresivo, pero sí me acuerdo que su comentario me cayó como el culo. Tuve ganas de apagar el grabador, saludarlo e irme automáticamente. ¿Qué hacía con ese tipo que se creía una diva en su camarín, mientras él tomaba champagne? ¿Por qué tenía que soportar su maltrato?

Si en la primera nota él se había mostrado abierto y dispuesto a pensar y reflexionar, en esta segunda fue todo lo contrario: me despachó en 15 minutos, con un humor de mierda y con toda la soberbia del mundo. Cuando salía, me preguntaron si me quería quedar a la función. Agradecí, pero preferí irme. El libro, que emabana un tono muy similar al que tuvo la nota, lo vendí durante la semana siguiente

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