domingo, mayo 13, 2007

Cómo perder la inocencia en un recreo

Durante un recreo en segundo grado acepté el desafío de un compañero y jugamos al chupi. Debo confesar que nunca fui muy bueno en esa disciplina, pero quizás esa idea de mi mismo tiene como origen el trauma que estoy a punto de relatar

Antes de que empezara el desafío, él puso una regla que yo desconocía: 'retiradita garpa 5', advirtió. No sólo desconocía la regla, sino que no tenía idea del significado de la palabra 'garpa'. Sin embargo, preferí aceptar la regla en lugar de preguntar qué quería decir y pasar vergüenza por ello

Lo cierto es que el desafío fue absolutamente desparejo: mientras yo ponía mucho esfuerzo para lograr que las figuritas se dieran vuelta (de eso se trata el chupi), él parecía manejarlas a voluntad. El recreo se me estaba haciendo eterno y mi pilón de figuritas iba bajando notoriamente. El sonido del timbre me hizo pensar que se había terminado esa humillación, me imaginaba que el fin del recreo significaba el fin del partido. Pero, hete aquí, cuando quise retirarme, me explicó qué significaba esa palabra tan extraña que había dicho pocos minutos antes. Pagué las cinco figuritas, aunque me parecía bastante injusto, y me retiré lleno de vergüenza

Nota: creo que si hubiera escrito esto en el contexto del 'que se vayan todos', podría haber relacionado a esta anécdota con el funcionamiento de los bancos. Pero la verdad es que no da

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