lunes, enero 22, 2007

Una ilusión que duró poco

Sepan entenderme. Lo más probable es que mientras siga viviendo, momentáneamente, en la casa de mis viejos, Bien Ahí se inunde de anécdotas de mi infancia. Es casi inevitable. Vivo un deja vu que atrasa mucho y rápidamente noté que la convivencia con mis viejos es casi igual a cuando me fui de acá, hace un poco más de cinco años. Así, los ruidos, las charlas, lo que me cuentan, tengo la sensación de ya haberlo vivido

Así que, en medio de este contexto, hoy me dieron ganas de escribir sobre una ilusión que duró demasiado poco. Mi viejo durante varias décadas laburó vendiendo equipos de audio (para uso doméstico y también para estudios de grabación). La verdad es que era un negocio medianamente groso y tenía productos que, para la época, eran muy modernos. A veces, en forma de pago le daban algún otro producto de alta tecnología. Así llegó a casa la primera video casetera, que era de esas en las que el video salía expulsado hacia arriba (y no hacia adelante, como las más modernas, si es que ese calificativo puede aplicar para una video casetera)

Pero mucho más revolucionario que la video fue cuando llegó a casa con una computadora. Ubíquense temporalmente: eran los 80 y tener una computadora era todo un logro. Era la muestra de que la economía familiar andaba bien y que se invertía en diversión y tecnología. Logo, la tortuguita, AD 50 DE 45, diskettes gigantes, caseteras que se conectaban a la compu. Saber inglés y computación te garantizaba un futuro próspero

En esa época, ni siquiera había monitor. La compu se conectaba a la tele y venía con muchos chirimbolos que había que tener en cuenta: la casetera, la disketera, el transformador, el teclado (no había mouse!). Sin embargo, el entusiasmo inicial empezó a decaer. Por empezar, la compu se conectó a una tele en blanco y negro que no se usaba hacía unos cuantos años. 'Mejor, una tele exclusiva para la compu', pensaba yo. El chasco más grande fue cuando descubrí el modelo que mi viejo había conseguido. En plena época de la Comoddore 64 y 128, mi viejo cayó con una Commodore Vic 20, un modelo que nunca había visto antes y nunca volví a ver

Lo que más me molestaba no era el hecho de que a ese modelo no lo conocía nadie (aunque reconozco que me daba algo de pudor, algo similar a lo que sentía luciendo unas Nike Feraldy), sino que jamás pudimos jugar a nada. El fracaso fue total. Tenía 2 o 3 juegos a los que nunca pudimos domar. Recuerdo especialmente uno de una navecita a la que había que estacionar (o algo así). La navecita siempre terminaba estrellada, con uno de esos sonidos bien midi de la época. Lo cierto es que la compu terminó en la baulera mucho antes de lo que todos calculábamos y no tuvo ni siquiera 15 minutos de gloria. Por suerte, algunos amigos tenían Commodores más modernas y María Gabriela, mi vecina del 9º, tenía Atari

1 comentario:

Capitán Intriga dijo...

Yo también tuve Commodore con "Dataset" (o algo así). Pero tuve una 64.

Pasaba horas usando la tortuguita del LOGO según me enseñaba la revista para chicos de La Nación (que era un suplemento de diario grande y pesado).

La idea de un juego que se trate de hacer estacionar a una nave me parece FABULOSA.