martes, julio 18, 2006

No puedo dejar de frenar ante:

- cada kiosco de diarios para ver la tapa de todas las revistas, sin importar que la cuadra anterior haya parado en otro kiosco y ya las haya visto
- la góndola de los vinos y estudiarla desde los más baratos hasta los inaccesibles. También miro, aunque más de reojo, la góndola de los aperitivos
- cada disquería. Antes frenaba para ver qué disco me iba a comprar, ahora tomo ideas para bajarme discos con el Soulseek
- cualquier bicicletería para ver cuánto sale mi bici o ver cuál otra me gusta (nunca encuentro otra que me guste tanto como la mía)
- las librerías: chequeo las novedades, las ofertas, las reediciones, relojeo en qué se fija el resto de los clientes, busco los libros que escribió mi hermana y pienso qué libros nunca me compraría
- las peluquerías para ver a las viejas haciéndose los claritos con esos ridículos gorros de látex de los que salen sus mechas. También me gusta ver al personal de la peluquería haciendo huevo, mientras esperan que entre alguien
- los negocios que venden instrumentos para ver las guitarras e imaginarme cuál me gustaría tocar

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